La ira es otra de las emociones primarias como
la tristeza o el miedo, y como ellas es , provoca sufrimiento en aquel que la siente. Como estamos viendo en este Diccionario Emocional, todas las emociones traen información sobre nosotros mismos y nuestra relación con nuestro entorno y la ira, como verás no es una excepción.
La ira es fácilmente reconocible cuando la ves en otros, no tanto cuando la estás sufriendo en carne propia, y eso es porque secuestra los sentidos de aquel que la sufre, pero ¿Cómo ocurre este proceso?
Abróchate el cinturón, vamos a por ello.
Todo empieza con algo que ocurre en nuestro entorno, algo que identificamos como un ataque directo a nuestro ego.
Al enfado, que es una primera sensación de desasosiego y malestar, le sigue la ira si no tomamos control de la emoción, y así el corazón se acelera y el cuerpo entero se agita, la sangre hierve en nuestras venas, y los pensamientos agresivos generalmente dan paso a la violencia verbal descontrolada. La persona ya no es dueña de sus actos, la sed de venganza suele alimentar la llama que de alguna forma hace sentir poderoso a aquel que lo sufre, más fuerte, más grande y rápido, el cuerpo se prepara para una respuesta física inminente y la energía surge del interior como consecuencia de la descarga de
adrenalina y
cortisol al torrente sanguíneo.
La descarga de estas hormonas de forma habitual tiene efectos perjudiciales para el cuerpo tanto a nivel de intestinos, como en el estómago o el hígado, además suele tener efectos a nivel cerebral pudiendo generar también dolores de cabeza o migrañas como consecuencia del aumento repentino de la presión sanguínea. Todos estos síntomas pueden verse agravados cuando la persona es capaz de «tragarse su ira», en estos casos la ira pasa a un estadío posterior de resentimiento, donde se consume por dentro generando odio contra el supuesto responsable de su sufrimiento.
En otras ocasiones, además de las situaciones expuestas, están la de aquellos que desatan su emoción contra otros de forma violenta o aquellos que dan una imagen de aparente tranquilidad, y que acaban violentándose a si mismos, dándose casos de mutilación o enfermedades cutáneas. Son personas que parecen ollas a presión donde la ira se cuece a fuego lento, y con el riesgo de estallidos repentinos y en ocasiones sin motivo aparente.