Para poder identificar a la tristeza, en algunas ocasiones no hay más que ponerse delante del espejo o mirar detenidamente a la persona que tienes ante ti. La tristeza es una emoción que se difunde lentamente, poco a poco, hasta que se adueña de todo el ser, su alma, su cuerpo, su forma de vestir, de andar, de hablar o de callar hacen de su aspecto algo característico.
Generalmente una persona que está identificada con la tristeza será una persona vestida de oscuro, e incluso de negro (ojo, hay países que el luto es de color blanco), de alguna manera, la persona busca no ser detectada por otros o bien que todos sepan que se está en esa situación emocional. Los hombros, caídos, la mirada hacia abajo, la expresión de su cara denotará decaimiento y sufrimiento, su piel será tenue, sin luz ni brillo, y los ojos lucirán apagados. A los lados del cuerpo caerán los brazos cuando caminan, en un ritmo lento, sin energía.
En ocasiones se puede detectar abandono, desaliño, falta de aseo, en una falta de interés absoluta hacia el mundo que les rodea. Pueden estar acompañados por otros síntomas físicos como el llanto, los lamentos o los suspiros.
Habitualmente la persona ha perdido el sentido de su vida, lo que le provoca centrarse en el recuerdo de un momento pasado en el que vivió con felicidad, es habitual en estas personas que se centren mucho en imágenes del pasado, ya sean fotos o vídeos. Por lo que tienden mucho en enfocarse en si mismos y en sus recuerdos lo que lleva a situaciones de soledad o aislamiento.