Es en los silencios cuando nos damos permiso para sentir, para sentirnos, es en los silencios cuando conectamos con quien somos, lo queramos o no. Y me pareció que Silencio podría haber sido la ganadora, pero algo le faltaba, porque silencio me recuerda a olvido, a vacío y a tristeza, pero no era eso lo que este año me había hecho sentir, y entonces tras un silencio, la certeza.
Ya lo cantaba Ana Torroja en los ochenta, «soñé por un momento que era aire», y así el silencio se lleno de aire, una palabra que cada uno de nosotros descubrió cuando la echamos en falta, parapetados detrás de unas mascarillas que nos habían borrado el rostro y nos habían mermado el aliento.
Y entonces, de repente, el aire llenó el silencio, la respiración se convirtió en el único objetivo de la vida, paladearlo, sentir como inundaba mis pulmones y me daba una nueva oportunidad para ser, para existir, para amar. Y lo eché de menos cuando dejó de entrar, vaya si lo eché de menos, y me prometí que le haría un homenaje.