Una uva tras otra, las doce campanadas dieron a luz a este 2020 mientras, nuestros pensamientos se diluían entre deseos mundanos y las burbujas de champán liberaban su mágico contenido en nuestras copas.
Miramos a otro lado cuando las sirenas aullaron avisando que un tsunami se acercaba a nuestras casas, pensando que esas personas, ajenas y extrañas, estaban muy lejos de nosotros, pero no hay extraños en este mundo, a todos nos late el corazón, todos respiramos, todos anhelamos en el fondo, lo mismo.
Y el mundo de repente se nos hizo muy pequeño, cuando sin poderlo imaginar, ya entre aquellas uvas, nos había alcanzado el desastre y los primeros enfermos empezaron a toser.
Belén Torregrosa en una reflexión inteligente y aterciopelada como es su costumbre y que necesitas escuchar, tocó mi alma una vez más con esta invitación a elegir una palabra que resumiera este año, maldito año para unos y alabado por otros. Imágenes de momentos horribles que he vivido me trajeron de repente, palabras que en realidad no le hacían justicia, pero que son fáciles de recordar porque ahora están en boca de todos, y así mi reflexión surgió tranquila, al escuchar una de las frases de su presentación.
Sin pausas, en una frase.
Agarré ese hilo, como en la maravillosa canción de Félix Fernández, sintiendo una intuición interesante de que esa frase me descubriría la palabra mágica, aquella que lograría alcanzar el reto que Belén me había lanzado, y así, sin darme casi cuenta, surgió
Es en los silencios cuando nos damos permiso para sentir, para sentirnos, es en los silencios cuando conectamos con quien somos, lo queramos o no. Y me pareció que Silencio podría haber sido la ganadora, pero algo le faltaba, porque silencio me recuerda a olvido, a vacío y a tristeza, pero no era eso lo que este año me había hecho sentir, y entonces tras un silencio, la certeza.
Ya lo cantaba Ana Torroja en los ochenta, «soñé por un momento que era aire», y así el silencio se lleno de aire, una palabra que cada uno de nosotros descubrió cuando la echamos en falta, parapetados detrás de unas mascarillas que nos habían borrado el rostro y nos habían mermado el aliento.
Y entonces, de repente, el aire llenó el silencio, la respiración se convirtió en el único objetivo de la vida, paladearlo, sentir como inundaba mis pulmones y me daba una nueva oportunidad para ser, para existir, para amar. Y lo eché de menos cuando dejó de entrar, vaya si lo eché de menos, y me prometí que le haría un homenaje.
Sin silencios
El aire lo llena todo, y con él, la oportunidad de empezar de nuevo, de creer en tus posibilidades, el aire le pone voz a las palabras y lo hace como lo ha hecho este 2020, en silencio, una oportunidad para todos de descubrir que es lo verdaderamente importante, y que en ocasiones es transparente a los ojos, salvo que los haga humedecer. Una oportunidad para comprender el poder del amor, de la empatía, de la humanidad, de la esperanza, de la belleza y de la unión que nos hace más fuertes, para enfrentar los retos que nos acechan. Una oportunidad para comprender que no es lo mismo valor que precio, si no queremos descubrir el precio que nos cuesta mirar hacia otro lado.
Ahora te toca a ti, te invito a que descubras a Belén si es que aún no lo hiciste, déjate llevar mientras escuchas de fondo, despacito, a Félix y descubre cual es tu palabra, esa que te llevas, esa que hará latir con fuerza tu corazón cuando las burbujas de champan estallen en tu copa y se conviertan, por fin, en aire.