Aquel recuerdo, tan vivo como siempre, volvió aquel primero de junio cuando junto a su abogado, regresaron a aquel lugar con una llave en el bolsillo; hacía un mes que su padrastro había muerto y ella era la única heredera; al final podría desentrañar el secreto de la mirada oculta tras las sombras de aquella habitación.
La llave se resistió a hacer su trabajo, pero tras unos empujones, finalmente cedió y descubrió una estancia oscura y con cierto olor a historia, recuerdos y dolor.
Busco instintivamente la pared en busca de una ventana que sabía que debía estar allí, y tras nuevos crujidos , finalmente dejó paso a una luz cegadora que iluminó, casi por vez primera, aquella estancia. Como si de una imagen celestial se tratase algunos rayos alumbraron un retrato en la pared que a juzgar por su ubicación era el de la persona que la miraba a través del ojo de la cerradura. El cuadro marcaba una fecha que coincidía con el año de su nacimiento y mostraba el rostro de una mujer con un secreto inconfesable en su corazón, entonces fue cuando lo comprendió todo, aquella mujer, sin lugar a dudas era su madre.