Figuras

La profesión más bonita del mundo

     Era una tarde de tertulia;  personas variopintas charlaban amigablemente en torno a una de sus grandes pasiones, los libros, y opiniones diversas se vertían sobre la mesa en un torrente de sabiduría que acababa empapando a todos los presentes.
 
 
    En aquella ocasión, las discusiones estaban derivando hacia el ámbito profesional, intentando descubrir entre todos los presentes cuál era la profesión más bonita del mundo. Cada uno de ellos intentaba arrimar el ascua a su sardina hablando de su propia experiencia, mientras el más viejo de todos ellos permanecía en silencio, un silencio fruto de la paciencia ganada a base de sus muchos días vividos.
 
    La discusión fue subiendo de tono entre vítores, aplausos y gritos, hasta que, en el momento de máxima excitación, el anciano levantó la mano para pedir su turno de palabra, aquel gesto ancestral que todo el mundo conoce, pero solo algunos respetan, fue como un bálsamo para aquella tarde de exaltación tertuliana.
 
   Todos los asistentes se quedaron en silencio esperando la participación del más sabio del grupo, no tanto por su gran sabiduría como por su elevada experiencia, entonces Jorge, que ese era su nombre, comenzó su aportación.
 
   – Hay tres cosas que son las más importantes del mundo para cualquier persona, una de ellas es la salud, por lo que sin lugar a dudas el médico debe ser uno de esos profesionales, importantes para todos nosotros, lo que ocurre es que solo nos acordamos de él cuando nos hace falta.
 
   Todos parecían estar de acuerdo con el principio de su argumento por lo que asintieron y siguieron escuchando.
 
   – Otra de esas cosas es la cultura, el saber, el conocimiento; con él somos capaces de desenvolvernos en la vida tanto a nivel personal como profesional; sin él, no podemos desarrollarnos como personas y por ese motivo otra de las profesiones fundamentales es la de maestro. Y no estoy hablando tanto de aquellos profesores de nuestra adolescencia y madurez como de aquellos, nuestros primeros profesores, los que sembraron en nuestra personalidad la semilla del placer por la cultura y los valores.
    El silencio pareció pedir el final de la argumentación del anciano.
 
   – Pero hay una tercera profesión, que por generalizada es olvidada y que ha sido vital para cada uno de nosotros y de cada ser humano que hay sobre la Tierra, es la responsable de nuestro desarrollo y supervivencia como especie, de nuestro desarrollo emocional y de nuestra capacidad de relacionarnos con los demás, y desgraciadamente no somos conscientes de su vital importancia hasta que ya no hay nada que hacer. ¿Sabéis cuál es? 
 
 
    De pronto la sala se lleno de respuestas variopintas y variadas, los abogados, los científicos, los políticos, los banqueros, y demás profesiones fueron arrojadas sobre el tapete de la tertulia de aquella tarde mientras el anciano negaba sin descanso con la cabeza, y un leve signo de indignación se dejaba vislumbrar en sus labios. Entonces y sin levantar la mano, su voz tronó en el recinto y dio por terminada la sesión.
 
 
   La madre.
 

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