Este titular es una obviedad, y lo sabes, sabes perfectamente que las opiniones son como los culos, porque todo el mundo tiene uno, y sabes que eso que te están diciendo no tiene porque ser verdad. Sabes que puede incluso que la persona que te ha dado su opinión, probablemente no sea congruente con ella (consejos dan que para si no tienen), pero aún así, cuando recibes una crítica, te hace daño.
Es curioso, porque si la opinión es una adulación en lugar de una crítica, entonces nos gusta, y es que es inevitable, no podemos pelearnos contra nuestra propia naturaleza, nuestro ego, nuestro cerebro es REACTIVO.
Nuestro cerebro ha evolucionado para responder a las preguntas que nos hacemos, en ocasiones incluso antes de que se produzca la misma, incluso antes de que viertan sobre nosotros una opinión, y así nos dejamos llevar por el torrente emocional que provoca, donde nuestro ego solo nos deja ganar.
Espero que tengas claro que no existe una sola versión de la realidad, sino tantas realidades como personas, y que estas no están basadas únicamente en lo que los sentidos pueden informarte, sino que también cuentan las experiencias vividas, los valores y los conocimientos que hayas adquirido, así que con tanta información
¿Cómo alejarte del hecho de que te hagan daño las opiniones de los demás?
La primera regla de oro es casi inmediata, ¿no crees?
– No pidas opiniones si no sabes encajarlas.
En caso de que no la hayas pedido y las recibas generosamente…
–Puedes obviarlas o evitarlas antes de que se produzcan.
Aunque la forma más efectiva es escuchando, comprendiendo que solo es eso, una OPINIÓN, y no la verdad, y que quizá pueda servirte para aprender algo sobre ella, ya que si te hace sentir algo por algo será. Además recuerda siempre que una opinión dice mucho más de aquel que la emite que de aquel que la recibe.
Las opiniones te permiten ver el mundo a través de los ojos de otra persona, comprender, descubrir nuevas formas de abordar retos o resolver problemas, te permiten comunicarte y expresarte, aunque debes escucharlas y emitirlas desde el respeto, que es el caldo de cultivo donde podrán ayudarte a construirte en lugar de a destruirte.