El cielo está completamente azul y el sol calienta mi cuerpo lo suficiente como para apetecerme un baño; estoy solo en ese maravilloso lugar, en el que una piscina está a la espera de que me apetezca zambullirme entre sus cristalinas aguas. Ha llegado el momento, me pongo en pie y me dirijo hacia el borde dispuesto a saltar y un instante después un universo de burbujas salen de mi cuerpo formando una estela que me hacen parecer, por un instante, un torpedo que busca el casco de un barco al que reventar.
Allí zambullido, parezco estar flotando en el aire, rodeado de un cielo que se refleja en el agua, mientras los rayos del sol centellean por doquier a mi alrededor.
Me giro sobre mi mismo para nadar un rato y de repente descubro que las aguas se están enturbiando, volviéndose oscuras, casi negras; una inquietud me hace mirar hacia arriba esperando encontrar el cielo azul, pero densos nubarrones se ciernen sobre mí amenazando con una gran tormenta, así que busco la escalerilla para salir de allí, aunque como suele ocurrir en los sueños, de repente ya no existe. Entonces busco un borde y me dirijo nadando ansiosamente hacia él, pero justo cuando estoy a punto de alcanzarlo, empieza a elevarse sin control.
Así, lo que antes era una maravillosa piscina, de repente se convierte en un pozo cada vez más profundo, y yo estoy en el fondo, envuelto por unas negras aguas que cada vez se hacen más y más viscosas; mientras allí arriba, ya a lo lejos, un breve destello de luz aún ilumina la salida justo antes de que me fallen las fuerzas.