Hay un recuerdo que ha quedado grabado en mi memoria, no entiendo el motivo, pues ese día no pasó nada distinto a otros en aquella época de mi vida, un retazo de mi infancia que comienza agazapado tras un arbusto en el jardín trasero de mi colegio. Allí, espero una oportunidad para jugar nuestra última baza en el rescate. Siento como mis piernas se tensan acumulando la energía que me hará falta segundos más tarde. El corazón me late con fuerza como si mi vida dependiese de ese sprint, entonces me asomo, y en una décima de segundo tomo la decisión.
A correr.
– Por mi y por todos mis compañeros y por mi el primero.
Un estallido de emociones retenidas se desató en abrazos y vítores ante una victoria tan efímera como el tiempo de aquel recreo, cuyo fin llegó de forma repentina con el estruendo del timbre del patio, recordándonos que el tiempo de juegos había terminado.
Entre una nube de polvo, damos fin de nuestros almuerzos con sabor a tierra y en un caos maravilloso entramos en tromba en el colegio, llenando sus pasillos, descansillos y aulas en una mezcla de risas, gritos y algún que otro llanto. Mi mirada busca entre la multitud encontrar los ojos de Carmen y sentir esa extraña sensación de hormigueo en el estómago que me producía encontrarla, mezcla de miedo y placer.
1 comentario en «Retazos de infancia»
Qué bonito, David, y qué recuerdos tan gratos. Tu historia me transporta,sin duda, aquella época. A mi no se me ha olvidado ese olor a lejía en las mesas del aula, las caras y los nombres de mis profesores y sobre todo el respeto que les teníamos y el silencio que se hacía cuado entraban en clase, cuando, segundo antes, estamos todos gritando y sentados en las mesas con los pies en las sillas, jajajaja, me encanta recordarlo con mis hijos. Te felicito.