– ¿Para que sirve un árbol?.- consultó Julián en esa época mágica en la que todo se convierte en una pregunta para encontrar nuestro lugar en el mundo.
– Vaya ocurrencias que tienes hijo, pues para que va a servir. – Contesto su madre.
Las respuestas fueron profusas y variadas en función de la persona que las hacía.
– Un árbol nos da sombra.
– Un árbol nos ofrece generosamente sus frutos.
– Un árbol nos permite construir casas, muebles y hasta ornamentos.
– Un árbol nos ofrece su resina.
– Sus flores nos alegran la vista.
– Un árbol refresca el aire y nos permite respirar.
– Abrazarnos a un árbol nos da paz y equilibra nuestros chakras.
– Incluso inspira al artista o sirve de apoyo para que juegues tu, Julián.
Julián quedo pensativo un instante colocando todo aquello en su cerebro, y mientras, todos nosotros mantuvimos la respiración esperando una nueva ocurrencia que nos hiciera reír de nuevo, pero no hubo respuesta sino una nueva pregunta.
– Vale, y nosotros ¿para que les servimos a ellos?.