Si te has sentido reflejado en algunas de estas situaciones, intenta recordar como te sentías en cada una de ellas…
Efectivamente, no sentías nada, no hay emoción, solo hay certeza de lo que ocurrirá, quizá una sensación de falsa seguridad. No hay vida ahí, hay repetición, desidia, hay aburrimiento, hartazgo o rendición a una batalla aún cuando no fue librada. Quizá detrás está el miedo, miedo a equivocarse, miedo a sufrir, a sentir, miedo a vivir.
La zona es una cárcel invisible en la que todos tenemos el riesgo de caer, pensando que aún somos libres, cuando en realidad hace ya tiempo que somos presos.
Y si eres profesional o tienes un negocio también estos tienen sus propias zonas de confort, independientemente de su situación, y únicamente en los momentos difíciles te darás cuenta que has sido presa de la desidia, del inmovilismo dentro de tu zona.
Inconscientemente sufriremos nuestras propias resistencias si nos proponemos salir de ella, y repetiremos nuestros patrones una y otra vez aún a sabiendas que te acercan inexorablemente el abismo.
Productos o servicios que hace tiempo que se crearon y se repiten una y otra vez sin un solo cambio, sabiendo que cada vez interesan menos, recluyéndonos en la oficina evitando enfrentar el mundo exterior, forzando un mercado que hace tiempo que sabes que se agotó, cerrándose a la tecnología, o a las nuevas formas de comunicación, a nuevas palabras, situaciones o lugares.